sábado, 25 de marzo de 2017

LA LLUVIA DE 1925 EN LA PROVINCIA

Todo aquel que está en el medio siglo de vida o merodeando por él, seguro recuerda de las lluvias del año 1925, en que la caída abundante de agua, la interrupción de la insipiente luz eléctrica, el sonido de los truenos y la caída de los rayos, pusieron temerosa a la población, que posiblemente pensó en que se trataba ya del preámbulo del juicio final.

Nuestros comprovincianos de cuarenta años para abajo, solo se han enterado por referencias, en el sentido de que fue algo espantoso. La población, a partir del mes de Febrero de aquel año, comenzó a vivir húmeda, pues todo era cuestión de que se pusiera la tarde para que la lluvia se diera por cantaros, y surjan acequias por todas las arterias de las poblaciones pacasmayinas.

De los cerros bajaba el agua a raudales, las acequias de Chepén, Guadalupe, Pacasmayo, que atraviesan la población en la actualidad, prácticamente se borraron. Las casas se caían sin remedio, muchas cosas y animales se perdieron, y no pocos habitantes enfermaron y murieron de susto. Las lluvias eran torrenciales a partir de la tarde y aunque en el cielo no se apreciaba nubes, sino más bien el brillo del sol, el agua se precipitaba pesadamente como queriendo destruir la vida en la tierra. Como en el diluvio que se lee en la Sagrada Biblia, llego el mes de Marzo, fueron parando las caídas de agua, se fue secando la tierra, quedando al final los campos eriazos convertidos en verdaderos bosques, pues había crecido en ellos abundante vegetación por efecto de la humedad. Nunca más ha ocurrido en la provincia algo similar.



Monografía Provincia de Pacasmayo, Noviembre 1964. 

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