lunes, 16 de septiembre de 2019


EL CHIVO ZARCO

Gonzalo Machuca era un personaje de aquellos: taimado, enigmático e intimidamente. Fue conocido como “Chivo Zarco”, pues era de estatura mediana, ojos verdes y piel blanca; poco común, por entonces, en esta tierra guadalupana. El Chivo Zarco en su juventud vivía un tiempo en el fundo “Cueva Quiroz”, ubicado en los linderos del cerro “Las Aldeas”, también trabajó en el Fundo “Majequin” (Tomas Lafora). Propiedad del mismo dueño (era notario). Este personaje guadalupano, un tiempo se desempeñó como guardián y obrero, pero parece que el alcohol y una deficiencia mental turbaron más su mente, trastornándolo de manera definitiva. Pues apagó a Gonzalo de este mundo lúcido, y nace como “Chivo Zarco” ante los ojos temerosos de la gente que se asombraban verlo pasar (las personas que pasan los 40 años lo recuerdan). A veces aparecía con camisa celeste otras veces con camisa blanca y pantalón hecho de sacos de yute con su “san martin” en la mano.

Danzaba con frecuencia cual imaginario huayno o alguna desquiciada melodía, dando latigazos en el aire y en el suelo. A veces era de cuidado, pues si te atravesabas en camino corrías el riesgo de ser alcanzado por algún latigazo suyo. Este personaje vivió hasta su final en el camino al “Coloche”, cuando incluso no existían casas y solo había huertas y chacras de arroz. Para llegar a su humilde casita se tenía que caminar por algún estrecho bordo, al filo de la famosa “Acequia Chica”, donde en las noches no había energía eléctrica (hoy está muy poblado con todos sus servicios básicos; agua, luz, etc.).
De él se decía muchas cosas: que era carroñero, pues afirman haberlo visto recogiendo animales muertos (gallina, patos, cuyes, etc.) que flotaban en las acequias y les sacaba las vísceras para saciar su hambre; también que llegaba a cualquier “chichería” (léase “Paloma Azul”) o “cañaceria” (léase “cush-cush”) y, sin permiso alguno de los asiduos bebedores, tomar la jarra de chicha o aguardiente y llevársela alocadamente; o pegarse a alguna mesa y esperar un favor para saciar su sed y ganas de alcohol.

Este personaje a veces era temido, otras veces odiado, y en ocasiones se burlaban de él de manera bufonesca. Pero lo más asombroso de los comentarios era que tenía pacto con el demonio y que –justamente- su demencia se debía a una posesión diabólica y que sus delirios eran producto de Belcebú, un ser maligno que vivía en sus entrañas, afirmando que en el monte veía el demonio mismo. He ahí su figura enigmática, más incluso su presencia por el verde color de sus ojos.
Aun así, este personaje dejo de existir hace 30 años en esta tierra mariana y no hubo más comentarios sobrenaturales acerca de su persona.

También fueron personajes de esta tierra: “Faustino”, “Loco Parupa”, “El Huaquillo”, “Dixon”, “Primorando”, “Eloy”, que contaremos de sus aventuras más adelante.

Fuente:
Personaje Guadalupano: Carlos Briceño Álvarez.
REVISTA AVANCEMOS
Edición N° 83 Noviembre 2017




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