EL
CHIVO ZARCO
Gonzalo
Machuca era un personaje de aquellos: taimado, enigmático e intimidamente. Fue
conocido como “Chivo Zarco”, pues era de estatura mediana, ojos verdes y piel
blanca; poco común, por entonces, en esta tierra guadalupana. El Chivo Zarco en
su juventud vivía un tiempo en el fundo “Cueva Quiroz”, ubicado en los linderos
del cerro “Las Aldeas”, también trabajó en el Fundo “Majequin” (Tomas Lafora).
Propiedad del mismo dueño (era notario). Este personaje guadalupano, un tiempo
se desempeñó como guardián y obrero, pero parece que el alcohol y una
deficiencia mental turbaron más su mente, trastornándolo de manera definitiva.
Pues apagó a Gonzalo de este mundo lúcido, y nace como “Chivo Zarco” ante los
ojos temerosos de la gente que se asombraban verlo pasar (las personas que
pasan los 40 años lo recuerdan). A veces aparecía con camisa celeste otras
veces con camisa blanca y pantalón hecho de sacos de yute con su “san martin”
en la mano.
Danzaba
con frecuencia cual imaginario huayno o alguna desquiciada melodía, dando
latigazos en el aire y en el suelo. A veces era de cuidado, pues si te
atravesabas en camino corrías el riesgo de ser alcanzado por algún latigazo
suyo. Este personaje vivió hasta su final en el camino al “Coloche”, cuando
incluso no existían casas y solo había huertas y chacras de arroz. Para llegar
a su humilde casita se tenía que caminar por algún estrecho bordo, al filo de
la famosa “Acequia Chica”, donde en las noches no había energía eléctrica (hoy
está muy poblado con todos sus servicios básicos; agua, luz, etc.).
De
él se decía muchas cosas: que era carroñero, pues afirman haberlo visto
recogiendo animales muertos (gallina, patos, cuyes, etc.) que flotaban en las
acequias y les sacaba las vísceras para saciar su hambre; también que llegaba a
cualquier “chichería” (léase “Paloma Azul”) o “cañaceria” (léase “cush-cush”)
y, sin permiso alguno de los asiduos bebedores, tomar la jarra de chicha o
aguardiente y llevársela alocadamente; o pegarse a alguna mesa y esperar un
favor para saciar su sed y ganas de alcohol.
Este
personaje a veces era temido, otras veces odiado, y en ocasiones se burlaban de
él de manera bufonesca. Pero lo más asombroso de los comentarios era que tenía
pacto con el demonio y que –justamente- su demencia se debía a una posesión
diabólica y que sus delirios eran producto de Belcebú, un ser maligno que vivía
en sus entrañas, afirmando que en el monte veía el demonio mismo. He ahí su
figura enigmática, más incluso su presencia por el verde color de sus ojos.
Aun
así, este personaje dejo de existir hace 30 años en esta tierra mariana y no
hubo más comentarios sobrenaturales acerca de su persona.
También
fueron personajes de esta tierra: “Faustino”, “Loco Parupa”, “El Huaquillo”,
“Dixon”, “Primorando”, “Eloy”, que contaremos de sus aventuras más adelante.
Fuente:
Personaje Guadalupano: Carlos
Briceño Álvarez.
REVISTA AVANCEMOS
Edición N° 83 Noviembre 2017
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