VIERNES
15, ABRIL 2016 | 12:00 AM Más allá de la fundación de
Guadalupe.
La
mañana del 15 de abril de 1550, Francisco Pérez de Lescano, encomendero de
Chérrepe, llegó a Omnep y decidió que era el lugar para construir una venta, una ermita y
solares en cumplimiento de la Merced Real
que le asignaba tal mandato. Días más tarde, el 2 de mayo, regresó al
mismo lugar y clavó cuatro cruces en las respectivas esquinas del área que
había delimitado y tomó posesión del sitio con el nombre de Tambo Real de
Pacasmayo. Así se fundó Guadalupe; sin embargo, ya había sido fundada mucho
antes y tendría que ser fundada muchas veces después. Para saber cuándo fue ese
antes es menester emprender el antiguo yunga kuno (camino moche), siguiendo las
señales que atávicos peregrinos nos dejaron, hasta llegar a un destino elevado
sobre precipicios, luego trasponer la gruesa muralla y penetrar en la ciudad
del silencio, la que fuera el mega santuario de la luna, el mar y las
estrellas: Pakatnamú. Allí se fundó Guadalupe un día indeterminado. Pero no es
suficiente. En busca de ese antes debemos partir también hacia una inmensa
ciudad semi oculta por el polvo de los siglos, otrora flanqueada en su portada
por poderosos felinos protectores llamados Manu Rak. Fue en Farfán donde nació
Guadalupe, y volvería a nacer en Singán, Pañi, Namor… y así sucesivamente. Más
tarde Guadalupe vería la luz un día que una embarcación, luego de cruzar los
mares, llegara a las costas del Chérrepe trayendo a la que sometería a la
poderosa Si, la deidad de los yungas. Hermosa, maternal y pródiga en milagros,
traía en sus brazos al hijo del Señor para criar aquí un nuevo rebaño. Se
llamaba Nuestra Señora de Guadalupe y vino aquí para quedarse y dar al pueblo
elegido el soplo, su nombre y la fe. Mas
hubo un momento glorioso en el que Guadalupe renació. Fue al tercer día de
haber quedado sepultada por la furia de la tierra. Se irguieron los
sobrevivientes, caminaron más allá del Namor y comenzaron a levantar, con
bóvedas inmensas, un ilustre santuario hecho pueblo. Fue aquel 17 de febrero de
1619 un día de gloria porque volvió a nacer Guadalupe. El año 1822, Iginio, un
niño guadalupano de 11 años, dejó su hogar porque soñaba inexorablemente con la
libertad y se marchó sonriente a combatir por una patria libre. Ese y todos los
días que nuestro pequeño patriota luchó por la independencia del Perú y América
nacería Guadalupe. Nacería cada día que el Iginio empuñaba el arma con su gran
corazón. Cuando la sangre se ofrenda purifica. En Guadalupe se lavó con sangre
la patria mancillada, deshonrada y humillada tanto por el invasor chileno como
por los propios gobernantes peruanos. Entre los indómitos montoneros y los tres
jóvenes, Fernando, Justo y Manuel, que pusieron el pecho con una coraza de
silencio hubo una alianza tácita de compromiso con la patria. El 28 de octubre
de 1881, tras el dolor, emergió Guadalupe como un pueblo redimido de la
deshonra. Guadalupe escaló al altar de la historia para entronizar a sus
gloriosos héroes. Más allá de lo protocolar, la fundación de un pueblo o ciudad
requiere de réplicas históricas en el devenir para que lo que se inició tenga
sentido y pervivencia. Las réplicas son aquellos hechos trascendentes y
extraordinarios, impulsos de fuerzas históricas y espíritus sublimes que
reafirman, fortalecen, cohesionan al pueblo fundado y le abren un sendero de
vida hacia adelante. Pero, además, para fundar, instituir, establecer una
entidad colectiva sincrética como Guadalupe se necesitó, no de un antecedente,
sino de una raíz que, en nuestro caso, tiene genes muchic que permanecen en
nuestra sangre y se levantan admirables en nuestro maravilloso patrimonio
cultural. Por ello, cuando en Guadalupe se celebra cada 15 de abril la
fundación de la ciudad, estamos celebrando, con amplitud de sentido, nuestras
raíces, el patriotismo, la fe, la valentía, la lucha, la creatividad, la
cultura, en suma la gran historia de Guadalupe que es el sustento sin el cual,
466 años después de fundada, no estaríamos celebrando. Gracias a la historia
hoy no somos sólo historia, somos pueblo
vivo que celebra.
Fuente: UNDiario.pe
[https://undiario.pe/blogs/voces/2016/04/15/mas-alla-de-la-fundacion-de-guadupale]
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