RASGOS DE LA VIDA Y ACCION HEROICA DE LOS HERMANOS FERNANDO ALBUJAR, JUSTO ALBUJAR Y MANUEL GUARNIZ
GRACIAS AL APORTE CULTURAL DE LA SRA. Belermina Vera de Ríos
¡Fuego...Y doce balas enmudecieron para siempre los labios de tres valientes. Los tiros de fusil convirtieron los pechos de quienes jamás conocieron el miedo ni la vileza, en surtidores de sangre heroica; porque representan la afirmación de coraje para resistir hasta el ultimo instante de su vida, con la convicción de morir inocentes, sin admitir la piedad, la humillación y la dilación, conscientes del sufrimiento en que vivía nuestra patria en los aciagos momentos en que la exacción, la agresión y toda clase de vejámenes había impuesto el país invasor.
VALORIZACION DEL HOLOCAUSTO
Este episodio no motiva coordinar el argumento condenatorio al imperativo de la fuerza de un ejército vencedor, ni el esclarecimiento de una sentencia injusta, ni el recuerdo del dolor por la sangre vertida. Es un sacrificio que legó un libro con muchas páginas en blanco, para que las nuevas generaciones escriban sobre ellas, lo que vale morir inocente sin humillarse, ni claudicar por defender el honor nacional y la vida tal vez de otros inocentes.
Desde la lejanía de la fecha del sacrificio, el tiempo hace recorrer un hilo invisible que llega a la mente, para que la historia siga el curso de lo que es inolvidable y continúe fomentando reacciones emocionales. Si el orgullo de un pueblo descansa en su tradición, el Holocausto de los Albújar y Guarniz, es como un fanal, que ilumina el camino a seguir por los que no ignoran, que sobre lo prosaico del vivir, está la acción heroica que se perenniza y brinda lecciones trascendentes.
Como todas las generaciones, vivimos en constante imitación, tenemos el ineludible deber de recordar e interpretar la acción noble de nuestros mártires, porque sin el impulso de un ideal, somos seres perdidos en el tiempo.
“MUERO INOCENTE Y ESTO ME RESIGNA A RECIBIR LA MUERTE CON PACIENCIA» Fernando Albújar.
EL HOGAR
Al poco tiempo, vinieron también los familiares de éste, entre los que señalaremos a doña Rosenda Albújar, madre de don Federico, Manuel Fernando y doña Narcisa Vera Albújar, así como doña Mariana Albújar.
Del matrimonio Albújar Chumioque, nacieron Fernando, Justo, José y Rosario.
Se registran en el Libro N° 5 de la Parroquia de «San Agustín», el nacimiento de Fernando en el folio N° 21 el 29 de mayo de 1852 y el de Justo en el folio 108 el 12 de marzo de 1857, pero su apellido materno está registrado como Fayaque.
FERNANDO: EJEMPLO DE CIVISMO
En el año 1874, residía en esta localidad el General ecuatoriano Don Secundino Darquea y el médico de la misma nacionalidad don Matias Manzanares, ambos proscritos de su patria por motivos políticos; estos personajes estrecharon lazos de amistad con don Fernando Albújar R. Un día entre una de sus tertulias que llevaban a cabo, don Fernando Albújar, lanzó la iniciativa de fundar una Escuela Primaria conforme a los Planteles Educativos, ya que sólo existían escuelitas particulares. Para ello convocaron a una reunión de padres de familia, la que tuvo el éxito esperado y entre uno de los acuerdos se concretó el aporte económico de todos los moradores y la formación de varias comisiones, correspondiéndole a Don Fernando la contratación del Director; por lo cual viaja a Lambayeque y logra contratar los servicios del eminente pedagogo don Tomás Mantilla, autor de varios textos de enseñanza, que fueron aceptados oficialmente en todos los planteles del país. Su contratación estuvo condicionada a tres semanas de trabajo mensual.
Para esta loable iniciativa ofreció su colaboración el Agente Municipal de ese entonces Don Gabriel Muñoz, próspero comerciante de abarrotes, cuyo local abarcaba cuatro tiendas del edificio de dos pisos en la calle Ayacucho, contiguo a la U.N.T sede Guadalupe, Ex-Centro Educativo de Mujeres N°236.
Se concretó el funcionamiento de la Escuela en un local situado en la hoy calle Francisco Pérez de Lezcano, la que se inauguró con solemnidad y regocijo del pueblo.
El profesor Mantilla cumplida su labor mensual se ausentaba una semana y se dirigía a Lambayeque; es aquí donde aparece la personalidad de Fernando Albújar Chumioque, para reemplazar en sus labores al distinguido pedagogo, sin recibir remuneración alguna, lo que refleja las cualidades intelectuales y morales que lo investían, y su enorme dimensión espiritual; la misma que se pone de manifiesto en toda su magnitud, así como la de su hermano Justo y su compañero de infortunio Manuel Guarniz, en la infausta Guerra del Pacífico.
EL PATRIOTISMO DE LA MONTONERA
El Jefe de la Guarnición de inmediato ordenó la captura de los presuntos culpables. Un grupo de soldados se constituyó en la, casa de los Albújar signada hoy con el número 221 del jirón Junín. Un sargento les comunicó la orden de apresamiento; los Albújar y Guarniz que se encontraban entregados a sus labores diarias como de costumbre, les causó sorpresa el motivo de lo que se les acusaba.
La Señorita Darquea, continuando con sus gestiones, propuso a la Comisión de Defensa, viajar a San Pedro de Lloc, para exponer ante el Jefe de la Guarnición chilena, Mayor Villareal las razones que podían atenuar la pena de los defendidos. No habiendo otro medio de transporte viajó a caballo hasta San Pedro de Lloc, acompañada de un ciudadano que se prestó voluntariamente; en donde logró una entrevista con el jefe ya citado, y después de una larga deliberación surgió la esperanza de la rehabilitación del proceso por algunos acuerdos favorables; los mismos que, al ser consultados al Jefe Departamental chileno Coronel Novoa, por parte del Jefe Provincial, con prepotente voz de mando le contestó:
Era una mañana clara, no había nubes oscuras, ni pisadas ruidosas del caminar de los habitantes, ni el pito de la llamada a la fábrica, ni el trote de caballos en marcha al trabajo, ni la pala al hombro, ni el afán de la busca de víveres, ni la voz enronquecida del vecino parlador y sabelotodo.
El reloj marcó las ocho de la mañana. Ordenaron salir de la prisión a los tres sentenciados y caminar hasta el centro del jirón Ayacucho, luego salió el Pelotón de Fusilamiento, que formó tras ellos. El sacerdote Francisco de Paula Rojas se agregó a las filas de los que iban a morir, así como algunas personas seleccionadas por el Jefe de la Guarnición completaban el triste desfile.
Al momento que la voz de mando exclamó: ¡Fuego!... Las balas descargadas por los fusiles del Pelotón perforaron sus cuerpos, cayendo tendidos al suelo, pero al mismo tiempo sus almas se levantaron hacia el altar de la inmortalidad, marcando el acontecer más glorioso de Guadalupe.
El duelo colectivo continúo por muchas horas escudándose en el silencio, y en la noche las puertas se cerraron temprano. En el interior, el pensamiento se encargó de distinguir que la sangre salpicada de los Albújar y Guarniz, había objetivisado un acontecer glorioso.
Posteriormente, a raíz del terremoto de 1970 que derrumbó en parte los nichos del Cementerio «Tomás Lafora» los restos mortales de nuestros héroes son trasladados al Cuartel «San Ramón», posteriormente en Octubre de 1981, por celebrarse el Primer Centenario de su Inmolación fueron trasladados al Mausoleo que fue construido a iniciativa del Comité Primer Centenario del Fusilamiento de Fernando, Justo Albújar y Manuel Guarniz en donde sus restos mortales reposarán eternamente.
Todos los que conocen la Historia del Perú, saben que ante la invasión del ejército chileno en el año 1879, se organizaron guerrillas en muchos lugares del país, las que atacaban a los invasores por cualesquier medio. En la hacienda Udima, comprensión del Departamento de Lambayeque, se encontraba el General Miguel Iglesias, quien dirigía ocultamente varios grupos guerrilleros. Es así como el 24 de octubre de 1881 determinó mandar dos grupos de guerrilleros para atacar la guarnición acantonada en Guadalupe. La primera estuvo comandada por don Belisario Valera y don Benjamín Zapata, la segunda estuvo al mando del famoso combatiente José Soberón.
El primer grupo ingresó a Guadalupe por el jirón Independencia y al pasar por la plaza del Mercado, cuya construcción era de madera, en una parte de la hoy Plazuela Albújar, varios guerrilleros dispararon contra tres soldados que salían del mercado, hiriendo a uno de ellos levemente.
La irrupción de este incidente, dio lugar a que el Comandante de la Guarnición ordenara el rápido desplazamiento de sus soldados en diferentes sitios estratégicos de la Plaza de Armas, en donde, al ingresar los guerrilleros, fueron recibidos con descarga de fusilería, lo que obligó a su retirada, replegándose en el camino a Pueblo Nuevo y en el camino a Pacanga se unieron con el segundo grupo, cuyo Comandante había recibido la orden de regresar de inmediato a Udima, por considerar inútil esa clase de acción bélica, dada la consolidación de las huestes chilenas en la capital de la República.
Las medidas de represalia por el ataque de los guerrilleros fue motivo para que se difundieran diversas versiones que causaron el pánico en la población. El temor de lo que sucedería promovió escenas de angustia y desesperación en muchos hogares.
Me preparo a recibir la divina majestad para morir como cristiano y por consiguiente perdono y pido perdón a todos. Fernando Albujar
EL PUEBLO RESISTE
Pero conscientes de los momentos en que se vivía, nuestro pueblo no se detuvo, pues el mismo día en la tarde, un Sargento chileno que se encontraba parado en la esquina de los Jirones Ayacucho y Junín, recibió un disparo de fusil desde el techo de la casa contigua al establecimiento de calzado de propiedad de los Hermanos Albújar, en la que trabajaba como operario Manuel Guarniz y que era de dos pisos; el autor del disparo lo hizo escondiéndose en la pared del lado izquierdo del segundo piso. El proyectil sólo logró quemarle la parte superior del kepí, pero el Sargento impresionado por el ataque, corrió hasta el local de la Guarnición que estaba a corta distancia y que hoy ocupa la U.N.T. Sede Guadalupe.
SOLIDARIDAD POPULAR ANTE EL APRESTAMIENTO
¡DEJENSE DE HUMILLACIONES!
Se hizo un registro minucioso en la habitación, sin encontrarse ninguna prueba delatora, pero de todas maneras, se les conminó para que caminaran con dirección al Cuartel ya citado.
Después de un breve interrogatorio por parte del Jefe de la Guarnición, se les encerró en una habitación, en condición de incomunicados.
Las personas que habían observado detalladamente la captura, propagaron la noticia, la misma que se difundió rápidamente en la población, como ya hemos referido, los Albújar gozaban de aprecio y popularidad por parte de la comunidad, por cuyo motivo se produjo un inusitado movimiento de preocupación por la mayoría de habitantes.
Asimismo, se realizaron entrevistas y conversaciones en reuniones secretas, nombrándose comisiones para investigar la verdad de lo sucedido y prestar la ayuda más amplia a los detenidos.
En la mañana del día siguiente, el General Secundino Darquea, obtuvo una entrevista con el Jefe de la Guarnición, quien le ofreció que después de la declaración legal de los acusados, levantaría la incomunicación, pudiendo sus
familiares y amigos conversar por un tiempo determinado. En efecto, las visitas se verificaron una tras otra y cuando expresaban su angustia y desesperación, Fernando demostrando que nunca existió en él trauma psíquico que perturba la mente, buscando el escape de la responsabilidad moral para obtener salvación, con coraje y firmeza les decía: «Somos y debemos morir inocentes». Pues éstos habían sido condenados a muerte después de su declaración legal, cuando Fernando y Justo sólo contaban con 29 y 24 años de edad, respectivamente.
Entretanto, la Comisión Investigadora del suceso había recibido el informe garantizado de un ciudadano, que había visto y reconocido al autor del hecho, escondido en la pared del lado izquierdo del segundo piso donde habitaban los Albújar. La persona sindicada era un joven llamado Domingo Rubio, doméstico de la señorita Dominga Esteves, quien residía con su familia en la misma calle Junín en una casa de dos pisos y a corta distancia de la casa de los Albújar. El recorrido por los techos no tenía obstáculos, pues no existía otra casa de dos pisos, ni paredes intermedias (hacemos esta aclaración para no admitir el traslado de una casa a otra). El mencionado doméstico desapareció misteriosamente de la localidad.
En el afán de que sean absueltos los reos, la señorita Anita Darquea, hija del General ecuatoriano Secundino Darquea, fue designada Presidenta de la Comisión de Defensa, en vista que reunía cualidades idóneas, de notoria cultura, afable y de comprobada emoción social.
Inició su labor, realizando una colecta pública para sufragar diferentes gastos concernientes al proceso. La erogación obtuvo el éxito esperado, tanto en dinero como en joyas, pues los habitantes del lugar sin distinción social y económica, aportaron con espontaneidad y entusiasmo.
Como el atestado de la denuncia contra los Albújar y Guarniz había sido elevado al Jefe Superior de la Guarnición, con sede en San Pedro de Lloc, fue inútil toda gestión ante el Jefe de la Guarnición local.
REAFIRMACION DE LA INOCENCIA
Mientras tanto, Fernando Albújar, en la síntesis de una meditación profunda e interpretación del momento en que vivían, escribe una carta al señor Manuel Banda, personalidad distinguida de valiosa autoridad moral, cuyo texto es el siguiente:
Capilla del Cuartel», 27 de Octubre de 1881.
Sr. Don Manuel Banda.
Pte.
Mi buen amigo:
Mañana debo ser pasado por las armas, tres soldados me acusan de que de mi tienda habían salido tiros, lo que es muy falso. Abrí, registraron, no hallaron nada que denotase tal culpabilidad, y sin embargo soy condenado a muerte.
Muero inocente y esto me resigna a recibir la muerte con paciencia.
Le encargo a mi familia, a mi hermano José Enrique, que lo que es Justo morirá igualmente conmigo, inocente.
Me preparo a recibir la divina majestad para morir como cristiano, y por consiguiente perdono y pido perdón a todos; le encargo atienda los gastos de esta desgraciada familia hasta que venga mi hermano José que le abonará todo.
Su desgraciado amigo que muere inocente.
Fernando Albújar.
(Al reverso de la misma, en una post-data, expresa a la señorita Manonga): “A la señorita Manonga un afectuoso recuerdo como mi buena amiga, así como a todos los que de mí se acuerden”.
TENAZ INTRANSIGENCIA OCULTA DERROTA MORAL DE LOS INVASORES
«Ayer me dijeron que eran culpables. Hoy me dicen que son inocentes... ¡Fusílenlos! Con esta respuesta quedó confirmada la sentencia, que fue transmitida por la señorita Darquea y sin amilanarse, continúa alentando la resignación para una espera fatal.
Por una ignorada disposición ilógica dispuesta por el Jefe de la Guarnición, se le permitió a Fernando salir a su casa, para algo de lo que tuviera que hacer. El ciudadano menos avezado pudo imaginar lo que se pretendía con este permiso, pero Fernando sin mucha demora regresa a la prisión, ratificando una vez más su comprendida y valerosa decisión, dejando una lección de sacrificio, raro y singular en la historia humana, que es difícil encontrar comparación. Esta actitud sublimiza el episodio y ofrece a la trama real una imponderante virtud.
El tiempo fijó la fecha memorable: 28 de Octubre de 1881.
PASO FIRME A LA ETERNIDAD
¡Brazos caídos y bocas cerradas, realizaban una adelantada manifestación de protesta!
Las tres víctimas caminaban con paso firme, su expresión de serenidad no dejaba aparecer ningún signo de debilitamiento. Sin mirar a nadie y sólo con la vista al frente, llegaron a la entrada del Cementerio Viejo, lugar de la ejecución.
Por diferentes direcciones habían llegado a este sitio grupos de hombres y mujeres que se escondieron detrás de las tapias y de los sembríos cercanos al Cementerio.
A dos metros, de distancia, con frente a la pared del lado izquierdo del Cementerio, estaban situados los bancos en los que se sentaron los sentenciados.
El sacerdote de Paula Rojas, les brindó los últimos auxilios espirituales. Les vendaron los ojos y el Jefe del Pelotón de Fusilamiento les otorgó el pedido de gracia.
Justo y Manuel declararon públicamente ser inocentes y se entregaban a la justicia de Dios. Al tocarle su turno a Fernando, pidió que se le fusilara a pie y sin venda, porque los inocentes deben morir mirando la luz del sol.
Los plomos de proyectil incrustado en la pared citada exhibían la trayectoria detenida de la ejecución.
Los soldados regresaron a su cuartel. De inmediato al retiro, las numerosas personas que se encontraban escondidas, saltaron las tapias y presurosas llegaron hasta donde estaban los cadáveres, manchándose los vestidos con la sangre de las heridas, auténtica y diversa expresión de solidaridad humana ante la injusticia.
No hubo comentarios. Un silencio religioso dominó todo lo verificado.
Se trajeron los ataúdes que anteladamente se habían adquirido. Se arregló las vestiduras de los cadáveres y cuidadosamente se les colocó dentro de las cajas mortuorias. Mientras que terminaban los encargados de hacer las sepulturas dentro del Cementerio, la concurrencia permaneció de pie rodeando los restos.
Con solemne enmudecimiento fueron trasladados a la fosa preparada. En el momento de cubrir el nivel de la superficie todos los presentes pugnaban por echar un poco de tierra.
El sacerdote pronunció el ritual responso.
No se dejaron flores que se podían marchitar, pues debajo de la tierra húmeda y vaporizante, quedaba la semilla de grandes frutos espirituales.
Los ciudadanos salieron del Cementerio cargando la tristeza de lo que habían presenciado y sin pronunciar palabras, se encaminaron por distintas direcciones a sus hogares.
El mo mento de tristeza y desesperación se refleja, en documentos escritos, al ser registradas sus defunciones en el Libro número cinco, a folio 123, la de Fernando y a folio 124 de Justo y Manuel, en vista que se cambia el nombre de Manuel por José Natividad.
NO HAN MUERTO
El pueblo empieza a valorar este hecho a iniciativa de la señorita Manonga, como habíamos dicho amiga íntima de los Albújar y Guarniz; a partir del año siguiente, se les mandó hacer misas y responsos por la intención del eterno descanso de sus almas.
Transcurrieron muchos años, este pasaje histórico era conocido por tradición, pero llegó el momento de quienes aquilataron este ejemplo y un 24 de octubre de 1916, la señorita Josefina Villavicencio. Directora en ese entonces del Centro Educativo Municipal de Mujeres N° 236, pide permiso al señor Antonio Malca G. Alcalde Distrital de ésta para que profesoras y alumnado del plantel lleven un ramo de flores el 28 del mismo mes a la tumba de los Hnos. Albújar y Guarniz lo que fue concedido asistiendo también las demás escuelas, al escenario del holocausto.
Durante la Alcaldía del señor Manuel A. Castañeda (1920), se realiza la primera romería formándose ese año una Comisión Pro-Obelisco conformada por los señores Demetrio Perales, Alberto Cubas y el Dr. Nicolás Cavassa.
En el año 1921 siendo Alcalde don Ramón Rázuri se encarga construir una plazuela que perpetúe el nombre de estos héroes y en ese año sus restos son pasados al Cementerio Tomas Lafora y colocados en el Cuartel San Agustín.
Digno de mencionar. es la labor de reconocimiento a nuestros héroes por parte de la Asociación Cultural Guadalupana que estuvo conformada por entusiastas jóvenes los que contando con la colaboración de distinguidas señoritas, organizaron diversas actividades con el fin de reunir fondos para llevar a cabo la remodelación del total de la Plazuela Albújar y la construcción de un nuevo obelisco. La Plazuela remodelada se inauguró en octubre de 1953 y el actual Monumento en Octubre de 1955. El diseño de la maqueta y la construcción del mismo estuvo a cargo del ya desaparecido constructor Don Julián Rómulo Matos Ramírez.
Con ello Guadalupe está valorando su etapa histórica marcada por el holocausto de sus héroes.
Es así como en dos épocas Virreinato y República se escribió en los pueblos de Tinta y Guadalupe por muchos desconocidos pero no ignorados inmortales páginas de nuestra Historia Nacional.
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