AL
SEÑOR MINISTRO DE AGRICULTURA SOLICITANDO SU DESICIVA INTERVENCION PARA DEJAR
SIN EFECTO LA TRASLACION DE DOMINIO DE LA VIÑA DE ZARRAPO PROPIEDAD DE LA
BENEFICENCIA PÚBLICA DE ESTE DISTRITO.
Señor
Ministro de Agricultura: Los suscritos, hijos y vecinos de la histórica y cuatricentenaria
ciudad de Guadalupe digna y noble por el generoso sacrificio de sus mártires
gloriosos caídos en defensa de la Patria y por el generoso ejemplo de sus benefactores nos
dirigimos a su honorable despacho para dejar escuchar nuestra VOZ de alarma,
desconcierto y franca desconformidad por la injustificable medida con que la
Zona Agraria II de Lambayeque se propone destruir para siempre algo que, por su
bello origen y por su positiva vigencia, constituye motivo de legítimo orgullo
para este sacrificado pueblo: el Hospital Tomás Lafora.
Este
importante centro asistencial, que durante 106 años viene ofreciendo, en forma
gratuita, atención médica y hospitalaria a la gente humilde de la provincia de
Pacasmayo en su gran mayoría campesina y obrera, se vería obligado a cerrar sus
puertas si se llega a aplicar la decisión de la Zona Agraria II en el sentido
de trasladar la propiedad de la hacienda "La Viña de Zárrapo" a la
Cooperativa Cayalti.
La
Viña de Zárrapo fue donada testamentariamente, en 1864, por el filántropo
guadalupano den Tomás Lafora Guzmán para que Sus rentas sirvan de sostén a
nuestro hospital. En la actualidad rinde una merced conductiva de 813 mil soles
anuales que, en forma íntegra, son dedicados a la atención médica de los hijos
de esta provincia. Sin embargo, la Zona Agraria de Lambayeque pretende
trasladar el dominio de dichas tierras por la inaudita suma de S/. 3 492,027.25 (a pesar de estar
declarada oficialmente en 16’072,261.25) con lo que se firmaría la partida de defunción
del Hospital Tomás Lafora.
No
es por chauvinismo localista ni por trasnochada vanidad que ahora elevamos
nuestra VOZ de estupor y alarma. Es el ejercicio pleno de nuestra conciencia cívica,
la justa valoración de nuestros problemas y soluciones, lo que nos impone el
deber de expresar públicamente la más categórica disconformidad con la medida
en referencia. Nos asiste el cabal convencimiento de que el Hospital Tomás
Lafora no es un elefante blanco ni un inoperante pretexto burocrático, sino,
más bien' un positivo centro asistencial que cumple uno de los más efectivos
servicios sociales en la provincia de Pacasmayo. Dia a Dia, el campesino y el
obrero, el empleado y el estudiante, el niño humilde y el anciano desamparado,
la madre pobre o el hombre común y corriente, llegan a aliviar su mal y su
dolor en nuestro centro asistencial que cumple en forma positiva su tarea. Sus
salas de medicina, Cirugía, Pediatría y Maternidad', atendidos por cinco
profesionales médicos, así como por experimentados técnicos y empleados, albergan
de modo permanente un promedio diario de 30 a 40 pacientes. Esto aparte de los
servicios de Clínica para la gente de medianos ingresos que pueden pagar sus derechos
y la atención de carácter ambulatorio que presta nuestro nosocomio.
El
mejor aval y reconocimiento al eficiente servicio que ofrece el hospital
Lafora, lo otorga la confianza que depositan en él los humildes trabajadores
que lo prefieren a otros centros hospitalarios. Inclusive para muestra un
ejemplo llegan pacientes desde Chepén donde existe un hospital estatal. ¿Cómo,
entonces, permanecer callados, señor ministro, ante esto que se pretende
consumar con nuestro pueblo?. Es cierto: somos consientes de la necesidad que
tiene nuestro país de continuar a fondo la transformación de la estructura
agraria. Pero siempre hemos escuchado a voceros autorizados del Gobierno,
expresar que este proceso transformador no se asienta únicamente sobre bases
técnico-administrativas, sino que la filosofía fundamental de la Reforma
agraria tiene como supremo fin hacer Justicia. Pero es justicia, acaso, señor
ministro, despojar a un pueblo humilde, trabajador, con indudable Índice de deficiencia
alimentaria, de tan importante centro hospitalario que ayuda decididamente a
solucionar muchos de sus problemas?. Esta bien que se quite al latifundista
explotador, al magnate acaparador, pero de ninguna manera a un pueblo
trabajador. Eso, en buen lenguaje, significa injusticia social, porque es
tremendamente injusto quitar al necesitado aquello que necesita para la
preservación y mantenimiento de su propia existencia.
Creemos,
sinceramente, de otro lado, que constituye deber de las autoridades respetar y
alentar el buen ejemplo de los ciudadanos como el de nuestro recordado filántropo
que, con honda emoción social, dio todo lo suyo para su pueblo, quizá no
hubiéramos mordido tanto tiempo nuestra hambre ni sufrido tanto dolor en el
Perú, si tuviésemos muchos Tomás Lafora, dispuestos siempre a ofrecer su riqueza
a quienes la necesiten. De allí que consideremos, con pleno convencimiento, que
guillotinar con un sólo plumazo toda la hermosura social de tan memorable gesto,
constituiría no sólo un atentado contra Guadalupe y la provincia de Pacasmayo,
sino también, una lesión gravísima al espíritu mismo de la Patria.
Tenemos
entendido, asimismo, señor ministro, que dentro del Texto concordado de la
Reforma Agraria existen dispositivos de excepción a la afectación de tierras,
alentados por un espíritu justo: cuando esas tierras, propiedad de personas jurídicas
de orden público, están al servicio de un fin social, no serán afectables. Y,
en este caso, señor, Ud. puede comprobar fehacientemente la enorme tarea social
que cumple la Viña de Zárrapo a través de la Beneficencia Pública de Guadalupe.
No es nuestro deseo, sin embargo, ingresar a un terreno estrictamente jurídico
porque entendemos que existe suficiente criterio y sensibilidad social en su
despacho para comprender que aún en el caso de un supuesto conflicto entre la
ley y la justicia, debe primar la segunda. Y es Justicia lo que estamos
pidiendo.
Seguros
que el Ministerio de Agricultura prestará la debida atención al presente
Memorial y se deje sin efecto la decisión de la Zona Agraria II de Lambayeque,
expresamos a usted, señor ministro, nuestros mejores votos por el éxito de su
ejercicio gubernamental y la gratitud antelada de todo un pueblo.
Guadalupe
2 de junio de 1971.
Carlos
Che León, Francisco Cruz, Juan Malca Rosado, Nicolás Velásquez, Felipe
Castañeda R., Roberto Castañeda R., José Marroquín R., Alejandro Antinori,
Fidel Bonifaz, Manuel Banda D., Eulogio Estrada, Lizandro Marquina B, Julio
Meneses R., Pedro L. Deza, José Mora B., Eusebio Argomedo Carlos M. Leython, Manuel
Guerrero, Segundo Guerrero, Ramón Liperdi, Zózimo Balarezo, Felipe Ortiz S,
Manuel Angelats, Dolimbrán Mora B., Salomón Vargas, Alberto Vera, B. Homobono
Malca, Ciro Castañeda, Luis Chávez, Luis Noriega, Carlos Cortez, Humberto
Bustamante, Demetrio Antinori, Delia Zetto, Javier Condemarin. Ramón Farro Vera,
Ronald Campos, Manuel Montoya H., Carlos Castañeda C., Pedro Montero M., Carlos
Deza, Genaro Guerrero F. Manuel Horna, Teodoro López, Ramos Rivasplata, Carlos
Zegarra, Fernando Alfaro, Rosaura B. de Barba, Luz E. García, Neda de Hoyos,
Carlos Cortez D. Genoveva de Carrasco, Gilda Carrasco P., Héctor Ahumada, Irma
de Ibáñez, Ienecit Jiménez, Carlós
Stein, José M. Castañeda, Luis Pichllingue, Wenceslao López V., Andrés Zetto,
Carlos Cabrera, Maruja de González, Godofredo Delgado, Carlos Zapata, Carlos
Cruzado, Manuel Cabrera. (Siguen firmas).
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